Sacramental
Los sacramentales son signos sagrados por los que –imitando de algún modo a los sacramentos– se significan y se obtienen, por intercesión de la Iglesia, unos efectos principalmente espirituales.
No confieren el efecto principal de los sacramentos –la gracia del Espíritu Santo–, pero disponen a recibirlo, y ayudan a santificar las diversas circunstancias de la vida y el uso de cosas útiles al hombre. También pueden responder a las necesidades, a la cultura, y a la historia propias del pueblo cristiano de una región o de una época.
Sólo la Sede Apostólica puede establecer nuevos sacramentales, interpretar auténticamente los que existen, y suprimir o modificar alguno de ellos.
Los tipos de sacramentales son las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares), las consagraciones (por las que se dedican a Dios, de modo permanente, personas o cosas) y los exorcismos (solemnes, para liberar de la influencia del diablo a las personas de cuya posesión se tiene certeza moral; y simples o litúrgicos, que forman parte de otros ritos como el bautismo).
En la administración de los sacramentales deben observarse diligentemente los ritos y fórmulas aprobados por la autoridad de la Iglesia. Comprenden siempre una oración, con frecuencia acompañada de un signo determinado, como la imposición de la mano, la señal de la cruz o la aspersión con agua bendita.
Es ministro de los sacramentales el clérigo provisto de la debida potestad, pero algunos sacramentales pueden ser administrados también por laicos que posean las debidas cualidades, según se establezca en los libros litúrgicos y a juicio del ordinario.
Fuentes: Const. Ap. Sacrosanctum Concilium n. 60-61; CIC cc. 1166-1172; Catecismo de la Iglesia Católica n. 1667-1672
Voces relacionadas: EXORCISMO, SACRAMENTO
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